El Departamento de Conservación de Nueva Zelanda, informó que unas 250 ballenas piloto han muerto tras encallar en una playa de las islas Chatham.
Según el portal de noticias neozelandés Stuff, a las ballenas las encontraron con vida, pero ante la imposibilidad de devolverlas al agua a la mayoría las sacrificaron, para evitarles un «mayor sufrimiento»; ya que sus regulaciones internas prohíben reflotarlas en las remotas islas Chatham debido al riesgo de ataques de tiburones, tanto al personal como a los mamíferos heridos, según informó el Departamento.
«Esta decisión nunca se toma a la ligera, pero en casos como este es la opción más amable», subrayó el asesor técnico de asuntos marinos del Ministerio, Dave Lundquist, citado en la nota. Explicó, además, que Pitt es la «isla deshabitada más remota de Nueva Zelanda», por lo que «las comunicaciones son limitadas y la logística es un reto».
Los cuerpos de los cetáceos se encuentran abandonados en las playas para un proceso natural de descomposición. La ONG ‘Project Jonah New Zealand’ ha publicado las imágenes de los cetáceos en las orillas de la isla, ha lamentado su muerte y ha reconocido la dificultad de devolverlas al agua.
Las islas Chatham son escenario frecuente de muerte de ballenas varadas. En 1918 se registró el mayor evento de este tipo con unas 1.000 ballenas piloto muertas. En 2018 fueron 51 las ballenas piloto muertas tras encallar en la bahía de Hanson. Entonces una treintena pudieron volver al mar por sus propios medios.
En 2017 fueron unas 600 las que encallaron en Farewell Spit de la Isla Sur de Nueva Zelanda y el Ejército, los voluntarios y Proyecto Jonah lograron rescatar a unas 400.